Oty es un sueño universitario de dos hermanos, nacido en una noche de invierno, entre un libro de matemáticas y un código civil.
Muros con esbozos de formas, ideas que pedían ser llevadas a cabo, luz que transformaba la materia en volumen, acogían a nuestros amigos universitarios: -Que extraños estos hermanos, no son normales- en juicio de la mayoría. Pero al final de aquella experiencia, el virus de la luz había asumido a los heroicos supervivientes, ahora llamados doctores: -gracias hermanos Pamio, nos habéis apasionado por el mundo de la luz-.
Andrea y Simone, dos hermanos, una simbiosis.
A veces las palabras pueden ser un obstáculo cuando es suficiente una mirada. Son ese tipo de relaciones raras, en las cuales los pensamientos viajan en el éter, hasta tal punto que a menudo los dos hermanos se presentan en la oficina vestidos con el mismo polo, de idéntico color. Un feeling inexplicable para quien no conoce a los dos hermanos, su vida, sus viajes.
Para bien o para mal, todo en Oty nace de su entendimiento: la luz no es una industria con muchos directores y ningún responsable. Es más bien un trabajo de sastrería, de fuertes personalidades, que cosen valores, conceptos, experiencias, en torno a ideas conexas entre ellos. El futuro es siempre la consecuencia de estas ideas, realizadas de la mejor manera.
Pero Oty no es solo una experiencia que se comparte, de luz, de diseño, un viaje a la arquitectura y a la tecnoligía sostenible. Es la consecuencia del amor de un padre por sus hijos, el don del amor de Eugenio que se transforma en una herencia empresarial.
Un padre, un ejemplo a seguir. Dos hijos, una educación, una coherencia.
